Un 10 de marzo de 1993, el otrora presidente argentino, Carlos Menem, decretó el cierre de Ferrocarriles Argentinos.
Con ello se cerraba la empresa estatal de ferrocarriles y se entregaba en concesión una mínima parte de ella.
Algunos se enteraron por los medios, otros cuando se hacían presente en sus lugares de trabajo. Las escenas se repetían en todos lo ámbitos ferroviarios.
Abrazos sentidos, dolor, indignación... Llantos de impotencia. Preguntas sin respuestas. Sorpresa para algunos, para otros corroborar lo que venían presagiando.
Hubo que vaciar las traquillas, retirar pertenencias personales, retirarse de lugares donde en muchos casos, habían pasado gran parte de sus vidas...
Incertidumbre. Ahora ¿Cómo seguir?
Muchos no querían creer que esto podía pasar y no se había preparado por si pasaba... Pero pasó. Ahora había que resolver con premura, como seguir...
Daba comienzo así a un éxodo masivo de pequeños poblados del interior, que por quedar virtualmente incomunicados no les quedó mucha más alternativa que cambiar de rumbo.
Ferroviarios obligados a “reconvertirse” en verduleros, quiosqueros, almaceneros, taxistas, fleteros, ferreteros o cualquier trabajo que podía darle algo de dinero para sobrevivir y sobremanera dignidad. Lisa y llanamente habían sido FERROVIARIOS toda una vida. Un mundo aparte, una profesión diferente, pero que no alcanzaba como antecedente para conseguir un buen trabajo.
Una sociedad “anestesiada” y convencida por las propagandas de turno que el ferrocarril le daba un millón de pesos de pérdida diaria... Como sociedad no se supo defender lo propio y se permitió que arbitrariamente se entregase soberanía a cambio de nada.
Hoy pasaron 24 años de esa nefasta fecha. Nuestros ferrocarriles lejos de mejorar (Como los anuncios así pregonaban) se encuentran sumidos en una profunda crisis.
Sin lugar a dudas, el 10 de diciembre de 1993 es el día más triste de los Ferrocarriles Argentinos. Razón por la cual, hoy en Heces de Argentina, estamos de luto.
Con ello se cerraba la empresa estatal de ferrocarriles y se entregaba en concesión una mínima parte de ella.
Algunos se enteraron por los medios, otros cuando se hacían presente en sus lugares de trabajo. Las escenas se repetían en todos lo ámbitos ferroviarios.
Abrazos sentidos, dolor, indignación... Llantos de impotencia. Preguntas sin respuestas. Sorpresa para algunos, para otros corroborar lo que venían presagiando.
Hubo que vaciar las traquillas, retirar pertenencias personales, retirarse de lugares donde en muchos casos, habían pasado gran parte de sus vidas...
Incertidumbre. Ahora ¿Cómo seguir?
Muchos no querían creer que esto podía pasar y no se había preparado por si pasaba... Pero pasó. Ahora había que resolver con premura, como seguir...
Daba comienzo así a un éxodo masivo de pequeños poblados del interior, que por quedar virtualmente incomunicados no les quedó mucha más alternativa que cambiar de rumbo.
Ferroviarios obligados a “reconvertirse” en verduleros, quiosqueros, almaceneros, taxistas, fleteros, ferreteros o cualquier trabajo que podía darle algo de dinero para sobrevivir y sobremanera dignidad. Lisa y llanamente habían sido FERROVIARIOS toda una vida. Un mundo aparte, una profesión diferente, pero que no alcanzaba como antecedente para conseguir un buen trabajo.
Una sociedad “anestesiada” y convencida por las propagandas de turno que el ferrocarril le daba un millón de pesos de pérdida diaria... Como sociedad no se supo defender lo propio y se permitió que arbitrariamente se entregase soberanía a cambio de nada.
Hoy pasaron 24 años de esa nefasta fecha. Nuestros ferrocarriles lejos de mejorar (Como los anuncios así pregonaban) se encuentran sumidos en una profunda crisis.
Sin lugar a dudas, el 10 de diciembre de 1993 es el día más triste de los Ferrocarriles Argentinos. Razón por la cual, hoy en Heces de Argentina, estamos de luto.
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