Estará a 21 metros de la superficie y la terminarían en 30 meses. Redujeron un carril de Rivadavia y de Ricchieri.
Paciencia. Esa es la virtud que deberán
invocar pasajeros, comerciantes y vecinos que se mueven alrededor de las
diferentes estaciones del ferrocarril Sarmiento por las obras del
soterramiento. Ahora llegó el turno de Ramos Mejía (La Matanza), donde
ya arrancó la obra para construir a 21 metros de la superficie la
primera estación subterránea de tren, ubicada exactamente debajo de
donde están los actuales andenes. Esto naturalmente trae complicaciones
al tránsito: ya se redujo un carril de Rivadavia, la Comuna prohibió el
estacionamiento del lado izquierdo en esa avenida para evitar un embudo y
pronto instalarán el obrador en Scalabrini de Ortiz (también llamada
Gaona) y Ricchieri, del lado Norte.
Tan esperada como anunciada, la obra del
soterramiento del Sarmiento se muestra por primera vez en la superficie
de Ramos Mejía: la prueba es el cierre de poco más de un carril de
Rivadavia, a la altura del cruce con Bolívar, del lado Sur. “Se arrancó
con tareas preliminares. Ya comenzó a deprimirse la napa y se realizaron
pozos para “cateos” y así relevar posibles interferencias”, explicaron
en la secretaría de Obras Públicas del ministerio de Transporte de la
Nación.
Se trata de parte de la obra del
soterramiento de 16,67 kilómetros de largo, que correrá 21 metros bajo
tierra y unirá las estaciones de Haedo y Caballito.
Según el modelo de estaciones del
Gobierno, en Ramos Mejía habrá que descender unos cuatro pisos para
acceder a las boleterías, y después un piso más hasta los dos andenes.
Es un esquema similar al de las últimas estaciones de subte inauguradas
en Buenos Aires.
Más allá del proyecto bajo tierra, en la
superficie buscan mitigar el impacto de la obra, que durará más de dos
años en Ramos Mejía.
Aunque hoy el tránsito aún no siente el
arranque de los trabajos, hay dos factores que preocupan. A corto plazo,
en poco más de una semana, será el inicio de clases y se espera un
“embudo” inevitable en las cercaanias de las escuelas, porque hay
automovilistas que estacionan del lado izquierdo en Rivadavia. “Si no
los controlan, se achicará más y vamos a tener grandes demoras”, se
adelanta Julián, un remisero del área central de Ramos. La Comuna
prohibió el estacionamiento de ese lado –que estaba habilitado– pero en
una recorrida de Clarín se observaron vehículos detenidos.
A largo plazo, la cuestión será la
cantidad de tiempo que demandará la obra. “La estación completa se
estima que quedará ejecutada en 30 meses”, precisaron en el Ministerio
de Transporte.
La obra también impactará en el lado
Norte. Por un lado, en pocos días la Comuna habilitará al Ministerio a
ubicar el obrador en Scalabrini Ortiz (ex Gaona), a la altura de
Ricchieri. Se cortará el tránsito de esa calle, que es utilizada para ir
hacia Ardoino y el paso a nivel de Monteagudo. “En estas manzanas hay
muchos colegios y un tránsito infernal, aunque Scalabrini parezca que no
es muy transitada”, afirma Cacho, un comerciante de Scalabrini al 2500,
un tramo casi exclusivo de comercios y oficinas.
También se reducirá a sólo un carril
Ricchieri, la calle de salida de múltiples líneas de colectivos que
pasan por la estación de Ramos y van hacia la avenida Gaona. “Si va a
quedar una sola mano para que pasen los colectivos, tendrán que
controlar que no sea un caos porque entre los colegios de esta zona los
padres siempre estacionan en doble fila y bloquearían la calle”,
especulan los comerciantes.
El cierre de una mano de Ricchieri tiene
una razón: por esa vía saldrán camiones que sacarán la tierra de la
nueva estación. “La cantidad de cargas va a variar según el ritmo de la
obra. En principio está previsto que lo que se extraiga se deposite en
la CEAMSE, por el Acceso Oeste”, afirmaron en Nación. También irán a las
tosqueras de González Catán. Mientras que fuentes de la obra calcularon
en unos 40 por día y que por ahora trabajarán en turnos de día, habrá
que acostumbrarse a los inconvenientes por más de dos años.
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