A la Conductora no se le imponen ni nombres ni situaciones ni decisiones. Esa es nuestra historia y nuestra ética, como peronistas. A cumplirla.

Como indica la lógica de la dinámica política, la puja por ocupar cargos frente al calendario electoral da pie para apreciar una oferta oficialista muy amplia y diversificada.

Tanto en la Provincia de Buenos Aires como en la propia ciudad, el peronismo y sus afluentes han dejado ya, al menos hasta ahora, dibujado un fixture de pre candidatos a los cargos en discusión. Es decir, aquellos cargos que no tienen ya candidato natural: Vice gobernador de la Provincia y Jefe de Gobierno de la Ciudad.

Cada uno de estos cargos resulta clave para el buen desarrollo del Proyecto Nacional. El de vice en la PBA, porque debiera implicar una contención para Daniel Scioli en sus sinuosos y periódicos movimientos hacia la derecha. Un vice que pertenezca al riñón oficial, bien consustanciado con los lineamientos del Proyecto y de comprobada lealtad a la conducción política del mismo, podrá encuadrar el accionar político del Gobernador y quizás alejarlo de la tentación de construir un proyecto propio a futuro, con aliados indeseables, a costa del éxito del Modelo.

En la Ciudad de Buenos Aires, el panorama es menos embrollado: se trata de asegurar un gobierno municipal que resuelva la triste anomalía actual (fruto lamentable del Pacto de Olivos, por un lado; y de la tilinguería de una buena parte de sus votantes, por otro), que muestra un proyecto político, social y económico absolutamente disociado del nacional. En el contexto de un Estado Justicialista a nivel nacional, la ciudad entrega el lamentable espectáculo de ser un reservorio neoliberal, donde capea un menemismo descompuesto e inservible que ha puesto al conglomerado urbano más importante de la Argentina al borde de la desgracia. Aquí, se trata entonces de gestionar el lógico alineamiento de la ciudad con las políticas virtuosas del Estado Nacional e integrarla nuevamente al contexto nacional.

En el contexto de estas problemáticas, tanto las organizaciones como la dirigencia de ambos distritos (como asi también el resto de los distritos del país) debieran tener en cuenta que, tras el fallecimientos de Néstor Kirchner, ha tomado forma en el panorama político argentino, un nuevo verticalismo: Cristina Fernández es la única conductora de este Proyecto, lo que implica que es ella solamente quien puede decidir la elección de los hombrers y mujeres con la lealtad suficiente para acompañarla. Está muy bien que todos trabajen y propongan, pero debe quedar bien claro que sólo ella elegirá, no grupos ni dirigentes.

Tanto la militancia como los dirigentes deben comprender que, por debajo de los zapatos de Cristina, TODO ES DISCUTIBLE. Que nadie tiene el caballo atado. Y que sólo de ella será la palabra final.

A la Conductora no se le imponen ni nombres ni situaciones ni decisiones. Esa es nuestra historia y nuestra ética, como peronistas.

A cumplirla.

M.P-GCV