Con índices de desocupación del 8,2 y 5,2% respectivamente, la ciudad petrolera
vive por su parte una preocupante aceleración. Desde haber registrado
el indicador más bajo a mediados del año pasado, cuando el INDEC comenzó
a medir estas variables con un nuevo sistema, lo concreto es que saltó desde un 2,4% hasta superar el doble en la actualidad.
La evolución muestra un ritmo preocupante: entre septiembre y julio de 2016 hubo mil puestos de trabajo perdidos en la ciudad, se mantuvo casi constante en diciembre, pero volvieron a perderse otros 1.500 entre diciembre y marzo último. El comercio también suma desempleo e incumplimientos salariales.
La mirada de dirigentes políticos y medios en general está siempre atenta al sector petrolero, por ser la rueda que mueve la economía y el indudable efecto multiplicador sobre todos los demás sectores. Sin embargo, esa polea de transmisión no sólo suma empleo en las demás ramas cuando funciona, sino que también los resta abruptamente cuando se detiene.
Si hubo 4.000 despidos entre sectores petroleros y construcción en el último año, de acuerdo con los datos brindados por la abogada laboralista Gladys Szlápelis, el problema tiene una onda expansiva cuya magnitud empieza a arrojar datos que se conocen por ahora de modo somero, pero que alcanzan como reflejo de lo que puede venir.
Según trascendió poco antes del fin de semana, una empresa de servicios de limpieza que realizaba actividades para entidades bancarias de la ciudad, desapareció de golpe dejando en principio a otras 30 personas sin actividad laboral ni reaseguro de los derechos indemnizatorios correspondientes.
Enrolados en el sector del comercio, el caso reflejaría también el modo en que el impacto del freno petrolero se siente en otras ramas de actividad, como también la facilidad con que algunos inescrupulosos suelen burlar a los sectores más humildes.
No hay garantías de que el segundo trimestre del año (las mediciones del INDEC se conocen cada tres meses y en este caso se divulgarán en julio o agosto) pueda aportar datos más positivos.
Si se consideran los telegramas de suspensiones en la actividad petrolera y los anuncios de inversión que, bien leídos, confirman en realidad una menor actividad para el corriente año, resulta difícil imaginar por dónde podrían esperarse mejoras en aquel panorama.
Con la producción petrolera en baja, las regalías siguen disminuyendo su incidencia en el presupuesto provincial y ya aparece el fantasma del aguinaldo para algunos municipios, mientras que muchas empresas de servicios salen a la búsqueda de instrumentos financieros para hacer frente a esa obligación.
Transcurrida la primera mitad del año, el gobierno nacional no ha dado señales concretas de aplicar el fondo anticíclico que solicitó el gobernador semanas atrás, con un monto que resultase equivalente a los reintegros de 80 millones de dólares que el año pasado se otorgó a las exportaciones de crudo.
La evolución muestra un ritmo preocupante: entre septiembre y julio de 2016 hubo mil puestos de trabajo perdidos en la ciudad, se mantuvo casi constante en diciembre, pero volvieron a perderse otros 1.500 entre diciembre y marzo último. El comercio también suma desempleo e incumplimientos salariales.
La mirada de dirigentes políticos y medios en general está siempre atenta al sector petrolero, por ser la rueda que mueve la economía y el indudable efecto multiplicador sobre todos los demás sectores. Sin embargo, esa polea de transmisión no sólo suma empleo en las demás ramas cuando funciona, sino que también los resta abruptamente cuando se detiene.
Si hubo 4.000 despidos entre sectores petroleros y construcción en el último año, de acuerdo con los datos brindados por la abogada laboralista Gladys Szlápelis, el problema tiene una onda expansiva cuya magnitud empieza a arrojar datos que se conocen por ahora de modo somero, pero que alcanzan como reflejo de lo que puede venir.
Según trascendió poco antes del fin de semana, una empresa de servicios de limpieza que realizaba actividades para entidades bancarias de la ciudad, desapareció de golpe dejando en principio a otras 30 personas sin actividad laboral ni reaseguro de los derechos indemnizatorios correspondientes.
Enrolados en el sector del comercio, el caso reflejaría también el modo en que el impacto del freno petrolero se siente en otras ramas de actividad, como también la facilidad con que algunos inescrupulosos suelen burlar a los sectores más humildes.
No hay garantías de que el segundo trimestre del año (las mediciones del INDEC se conocen cada tres meses y en este caso se divulgarán en julio o agosto) pueda aportar datos más positivos.
Si se consideran los telegramas de suspensiones en la actividad petrolera y los anuncios de inversión que, bien leídos, confirman en realidad una menor actividad para el corriente año, resulta difícil imaginar por dónde podrían esperarse mejoras en aquel panorama.
Con la producción petrolera en baja, las regalías siguen disminuyendo su incidencia en el presupuesto provincial y ya aparece el fantasma del aguinaldo para algunos municipios, mientras que muchas empresas de servicios salen a la búsqueda de instrumentos financieros para hacer frente a esa obligación.
Transcurrida la primera mitad del año, el gobierno nacional no ha dado señales concretas de aplicar el fondo anticíclico que solicitó el gobernador semanas atrás, con un monto que resultase equivalente a los reintegros de 80 millones de dólares que el año pasado se otorgó a las exportaciones de crudo.
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